Se acerca octubre, y los católicos —incluso quienes no lo son— en Lima saben que llega el mes morado, un tiempo de recogimiento, procesiones y fe. Pero esta devoción no se limita al Perú: en México, desde hace 22 años, se celebra con fervor al Señor de los Milagros, gracias a la labor de la Hermandad del Señor de los Milagros.

Cada octubre, esta tradición se convierte en símbolo de peruanidad. La Primera Cuadrilla es la encargada de sacar en hombros el anda del Cristo Moreno desde la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, ubicada en el Zócalo. La procesión recorre los alrededores de la catedral, dando inicio a una ceremonia cargada de espiritualidad y cultura: danzas peruanas, marineras bailadas por los mismos cargadores, y un ambiente festivo lleno de fervor.

En los primeros años, distintas mayordomías se unían para organizar esta festividad con un arduo trabajo logístico. Se llegaron a reunir hasta 2,000 personas en la explanada Juan Pablo II, frente a la catedral. Allí se ofrecía una verbena peruana, con gastronomía, presentaciones artísticas y todo el color de una auténtica procesión limeña. Lamentablemente, por razones de seguridad y logística, esta gran celebración ya no se realiza; sin embargo, la procesión principal se mantiene viva, convocando a fieles católicos y devotos del Cristo de Pachacamilla.

El anda que se utiliza actualmente guarda una historia muy especial. Según cuenta Oscar Macedo, segundo mayordomo y encargado de la logística, la pintura del Cristo Moreno fue traída desde Cusco, obra de la Escuela Cusqueña de Pintura, al igual que la imagen de la Virgen de la Nube. Estas imágenes llegaron desde Chile por avión y, gracias al apoyo de la familia Vásquez Granilla y del padre José de Jesús Aguilar, se les asignó un espacio en la Capilla de las Ánimas, ubicada en la calle Guatemala dentro de la Catedral.

En un inicio, el anda era metálica y muy pesada. Por 10 años, los cargadores soportaron ese peso con devoción. Luego, el señor Germán Salinas, cargador de la cuadrilla, donó una nueva anda de caoba y cedro, mucho más ligera, con espacio para 24 personas. Con el paso del tiempo, la migración y los cambios en la comunidad han reducido el número de cargadores: hoy, son solo 8 fieles devotos quienes la llevan en hombros. Y como ellos dicen:

“El anda no pesa, pesa según tus pecados.”

Año tras año, las mayordomías entregan su amor y respeto al Santo Patrón del Perú, sin importar su ocupación: empresarios, comerciantes, profesionales, y hasta cónsules forman parte de esta tradición.


Así es la fe peruana. Así de lejos llega. Así de fuerte late, incluso a miles de kilómetros de Lima.

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